El sobrecargo en tu vida diaria
La explosión de medios
Fuera de los parámetros que funcionan en la publicidad, existe a simple vista una sociedad sobreinformada, uno de sus principales metas es el estar dentro de la mente humana, es decir el cliente en sí, ese que te compra por sus gustos obtenidos por recuerdos y sentimientos que harán exitosa la compra.
Como la mente puede ser estudiada y descifrada en nichos, targets y gustos, también podemos ver que nos invaden de manera extensa y brutal. A cada paso que damos hay un tipo de información que nos deja en el caso de los publicistas, del ‘‘ Realmente lo leerá’’ .
Otra de las razones por la que nuestros mensajes se pierden se debe a la cantidad de medios que hemos inventado para satisfacer nuestra necesidad de comunicación.
Por ejemplo:
Existe la televisión: comercial, por cable y de circuito cerrado. Está la radio: AM y FM. Está la calle: carteles y anuncios panorámicos. Están los periódicos: matutinos, vespertinos, con una frecuencia diaria, semanal y dominical.
Se distribuyen revistas ilustradas; algunas destinadas al público en general, otra para determinados consumidores; revistas para aficionados, para hombres de negocios, revistas especializadas.
Y, desde luego, están los anuncios en trenes, autobuses, camiones, metros, taxis. Generalmente, todo lo que se mueve lleva un «mensaje de un patrocinador».
Incluso el cuerpo humano se ha convertido en un anuncio ambulante de Adidas, Gucci, Pucci y Gloria Vanderbilt. Lo vemos a diario con personajes importantes de la pantalla grande, en la calle mientras vamos en el tráfico, o mientras usamos nuestras redes sociales.
Pero regresemos nuevamente a la publicidad.
¿Conoce usted los productos que compra? Usted está recibiendo mayor información publicitaria, que del producto, aunque su mente no logre absorber más que antes. Lo que puede usted asimilar tiene un límite.
Cada día, miles de mensajes publicitarios compiten por lograr un lugar en la mente del cliente. Y no hay que desconocerlo: la mente es el campo de batalla. Dicha guerra publicitaria tiene lugar dentro de unos 15 centímetros cúbicos de materia gris.
La publicidad es un negocio brutal, donde los errores pueden resultar caros, pero de la misma guerra publicitaria han surgido principios que nos ayudan a abrirnos paso en nuestra super comunicada sociedad.
La explosión extrema de publicidad
Otra razón de que los mensajes se sigan perdiendo, es la cantidad de productos que hemos inventado para atender a nuestras necesidades físicas y mentales. Por ejemplo, la comida. Los supermercados suelen tener expuestos miles de productos individuales o marcas. El consumidor no encuentra lugar para descansar la vista. De todas formas, dicha explosión de artículos podría ser peor.
¿Y cómo se las arregla una persona promedio para hacer frente a la explosión de productos y de publicidad? No muy bien. Los estudios que se han realizado sobre la sensibilidad del encéfalo humano han demostrado la existencia de un fenómeno denominado «sobrecarga sensorial».
Aunque parezca irónico, a medida que la eficacia de la publicidad disminuye, su uso aumenta. Y no sólo en volumen, sino también en el número de usuarios.
Médicos, abogados, dentistas y, economistas comienzan a utilizarla. Y hasta instituciones como las iglesias y los gobiernos producen cada vez más publicidad.
Los profesionales acostumbraban a pensar que usar la publicidad era indigno; pero para algunos el dinero es más importantes que la dignidad. Así que para obtener mayores ingresos, médicos, abogados, dentistas, optometristas, economistas y arquitectos, han empezado a promoverse a través de ella.
Preguntas y porcentajes basados en:
” Posicionamiento”
Por: Al Ries y Jack Trout